domingo, 9 de julio de 2017

La expansión del wahabismo en Europa, "a un atentado nos podemos sobreponer, pero no a una sociedad dividida"

Entrevista con Manuel Gazapo, director del International Security Observatory


El rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz, y la primera
ministra británica, Theresa May
La Henry Jackson Society ha publicado un documento que señala al Gobierno saudí como principal promotor del islamismo radical en Reino Unido y en todo el mundo. El director del Internacional Security Observatory afirma que aunque la preocupación actual son los atentados, el principal riesgo en Occidente es la expansión del 'extremismo doméstico' fomentado desde la educación que financian los Estados del Golfo.

A finales de mayo, varios medios británicos publicaron que los resultados de una investigación sobre las fuentes de financiación del extremismo islamista en Reino Unido podrían mantenerse ocultos por comprometer a gobiernos de Oriente Medio aliados. El informe sobre este asunto elaborado por la Henry Jackson Society está disponible, y señala al Gobierno saudí como principal financiador del islamismo radical en Reino Unido.

Queda pendiente que el Gobierno británico publique su propio informe sobre las comunidades islamistas radicales y la expansión del yihadismo en el país. La investigación al respecto fue autorizada por el ex primer ministro David Cameron a finales de 2015, cuando intentó convencer a la oposición para aprobar ataques aéreos contra el DAESH en Siria. 

La publicación de la Henry Jackson Society resalta el papel que juega la financiación saudí en el fomento del 'extremismo doméstico'. El documento final señala que el Reino, "desde 1960, es responsable de un esfuerzo multimillonario para exportar el Islam wahabí más allá del mundo islámico, incluyendo las comunidades musulmanas en Occidente".



Los Saud se apropiaron de la corriente wahabí y la vincularon a la violencia 
“Lo que ahora se llama wahabismo lo tendríamos que llamar saudismo” apunta el director del International Security Observatory, Manuel Gazapo, que recuerda la importancia de la interpretación, y tergiversación, de los textos del Islam para hablar de ideología wahabí y de su expansión.

En el estudio recién publicado Análisis de la seguridad Internacional desde perspectivas académicas, Gazapo explica que “la alianza que firma la dinastía de los Saud con Abdul Wahhab (padre del wahabismo) en 1774 marca un punto de inflexión en la historia del salafismo yihadista”.

Cuando los Saud buscaban expandirse se apoyaron en el wahabismo y lo interpretaron a conveniencia de manera que la justificación de todo abuso para imponer su poder sobre otras tribus fuese la religión. “A pesar de que el wahabismo era absolutamente rigorista, y para nosotros muy execrable, no había una llamada a la violencia demasiado explícita, aunque sí a cortar relaciones con los ‘infieles’. Son los propios Saud los que utilizan los textos de Wahhab para legitimar la violencia”, subraya Gazapo.
 

El documento de la Henry Jackson Society señala que residentes en Reino Unido que practican la ideología wahabí prefieren ser llamados salafistas, “un término más amplio que acoge tanto a las posiciones pacíficas como al extremismo violento”. No obstante, el estudio subraya que mezquitas de Reino Unido han acogido a clérigos salafistas “que se han alineado con al Qaeda dando su apoyo al derrocamiento de gobernantes musulmanes, incluyendo la propia monarquía saudí”. 

Arabia Saudí está unido a la Hermandad Musulmana por el objetivo de expandir el Islam rigorista
Gazapo explica que desde hace cuatro años Arabia Saudí está viendo cómo grupos a los que ha financiado se le ponen en contra, “como se ha sentido amenazada por esos grupos por primera vez, ha condenado de forma radical toda la financiación al terrorismo, y le ha pasado la patata caliente a Qatar, que es lo que estamos viendo ahora”.

Arabia Saudí acusa a Qatar de financiar el terrorismo yihadista apoyando a la Hermandad Musulmana. En este punto, la analista internacional Conchetta Dellavernia recuerda la reunión que en 2010 se celebró en Jartún entre líderes de la Hermandad Musulmana y wahabitas de varios países “para acordar la expansión del wahabismo y de las otras tendencias, que hasta entonces estaban enfrentadas, de la hermandad musulmana”. Allí se firmó la paz entre la hermandad musulmana y el líder de sudán, y “por una parte la hermandad y por otra los wahabitas firmaron el acuerdo para la expansión del Islam rigorista”.

Las dos principales organizaciones saudíes dedicadas a financiar la educación islámica en todo el mundo, la World Assembly of Muslim Youth (WAMY) y la Muslim World League (MWL) según indica el citado informe, han sido guiadas por destacados miembros de la Hermandad Musulmana, consiguiendo el mayor impacto en otros países musulmanes en los que la inyección multimillonaria de los países del Golfo ha conseguido girar mayorías hacia la interpretación más radical del Islam. El texto destaca el caso de Pakistán o India, donde Arabia Saudí habría enviado miles de clérigos además de 250 millones de dólares entre 2011 y 2013 para asentar en el país mezquitas y escuelas wahabitas.

Aunque Arabia Saudí haya tomado medidas en su región para minimizar la amenaza del extremismo que ha alimentado, no ha cesado en su propósito de exportar el islamismo wahabí al resto del mundo. “La financiación procedente de monarquías del golfo, principalmente a través del propio gobierno, y también de individuos, organizaciones, empresas, y diferentes canales que han diversificado, ha ido fomentando lo que hay ahora, que es un caldo de cultivo para la radicalización, pero no un caldo de cultivo por pobreza, discriminación o por falta de oportunidades, sino principalmente por el tema de la educación”, apunta Gazapo.

El Gobierno saudí financia programas educativos en escuelas islámicas que, según el informe del Think Tank británico, usan los mismos libros que la educación rigorista saudí. El contenido de esos libros de texto, “es tan radical que en 2014 el Estado Islámico los adoptó como libros de texto oficiales para las escuelas en su califato”. El documento cita una publicación de la BBC que advierte que en 2010, en unas 40 escuelas islámicas sostenidas por el Gobierno saudí, en torno a 5.000 niños británicos estaban siendo educados según el programa oficial del Reino.

Además de promover la educación rigorista apoyando las escuelas en el extranjero y exportando clérigos que difundan fuera del mundo islámico su ideología, el reino saudí ofrece becas a jóvenes salafistas en el extranjero para formarlos en sus propias escuelas en Medina y que regresen como clérigos.

“La preocupación actual son los atentados, pero el principal riesgo es el extremismo doméstico”
Una de las claves del problema de la expansión del llamado ‘extremismo doméstico’ en Europa es “hasta qué punto podemos condenar” que otros Estados apoyen instituciones religiosas aquí si ellos se escudan en la libertad religiosa que amparan nuestros sistemas políticos, plantea el director del International Security Observatory, criticando asimismo esa doble vara de medir de Estados del Golfo que prohíben, e incluso criminalizan con pena de muerte, la libertad de culto entre sus ciudadanos y sin embargo aprovechan la libertad religiosa de Occidente para promover la intolerancia.

Ese fomento del radicalismo pone en riesgo a los musulmanes moderados y está promoviendo la confrontación en la sociedad británica. “La preocupación actual es sin duda el problema de los atentados pero la expansión de ese ‘extremismo doméstico’ es el principal riesgo”, asegura Manuel Gazapo.

“La primera variable del problema es que desde el punto de vista legislativo (en Reino Unido) siempre ha habido una reticencia a meter mano en el tema de la autonomía financiera de cualquier familia religiosa, y variar eso ahora es difícil”. La cultura británica rechaza que el Gobierno intervenga la financiación de organismos religiosos, “defienden que cada cultura religiosa conserve su autonomía, pero esto está muy bien siempre que no sea una religión que genere conflicto social o se conecte directa o indirectamente con el terrorismo”, señala Gazapo, que critica que el informe de la Henry Jackson Society no proponga ninguna medida concreta, “el problema es muy serio, y el documento no aporta ningún valor añadido en cuanto a cómo se va a solucionar”.

El informe señala que en 2007 Arabia Saudí destinaba dos billones de dólares anuales a la expansión del wahabismo por todo el mundo, y en 2015 la cifra estimada para ese fomento global sería del doble. La repercusión en el caso de Inglaterra se ve en que las mezquitas donde se predicaba el Islam wahabí o salafista en 2007 eran 68, y en 2014 se contaban 110.

“A un atentado nos podemos sobreponer, pero no a una sociedad completamente dividida”
En la promoción del islamismo rigorista en Reino Unido es clave también el hecho de que allí hay musulmanes de tercera y cuarta generación, como no sucede en España, que han nacido británicos pero que influenciados por la ideología que educa en la diferencia con el ‘infiel’ se ven enfrentados a la sociedad en la que viven. “Esto siembra lo que ellos (los yihadistas) desean, una especie de choque de civilizaciones, y este es el riesgo. A un atentado nos podemos sobreponer, pero no a una sociedad completamente dividida, y esta gente lo que está fomentando es eso, condenando todo lo que para ellos es pecado o tachan de ignorancia”, afirma Gazapo.

El analista considera que, si no se ponen con urgencia medidas para cortar la promoción y financiación del Islam wahabí en Reino Unido y en el resto de Occidente, a medio plazo una parte significativa de nuestra sociedad estará educada al margen de nuestra carta de Derechos Humanos y el reconocimiento de las libertades individuales, y ello “sin necesidad de que sean violentos, solo con que no estén de acuerdo con la forma de vida occidental, va a crear unos conflictos sociales tan graves que pueden demoler el estado de derecho actual”.

El problema añadido del cierre de mezquitas
Aunque no todos los que acudan a escuelas y mezquitas rigoristas sean violentos o estén dispuestos a unirse  a grupos yihadistas, la educación wahabí apoya y refuerza los mismos argumentos que utiliza la propaganda terrorista para captar adeptos y justificar su lucha. Precisamente los discursos diferenciadores que se dan en estas mezquitas provocan que el cerrarlas no sea una solución contra el extremismo.

“El cierre de mezquitas es peligroso, especialmente para los nacidos en Reino Unido”, Gazapo razona que si una mezquita donde un grupo de musulmanes, especialmente los jóvenes, encuentran el ambiente donde se sienten acogidos e identificados, se cierra, “¿con qué se quedan? Pues con una especie de ideología muy sesgada, muy dura”, una ideología del odio. “Mientras haya mezquitas, posiblemente se vuelven muy rigoristas pero se queda ahí. Mientras que la persona que se queda sin sentimiento de identidad en la sociedad en la que vive y sin la mezquita donde acudía se queda en una zona gris, y esa zona gris es la peligrosa”.

Gazapo está en contacto con comunidades musulmanas en Europa y asegura que, si hablamos de inmigrantes de tercera o cuarta generación, muchos sienten que no pertenecen al mundo en el que viven pero tampoco al musulmán donde han vivido sus padres o abuelos, “porque nunca han ido allí o porque si han ido muchos ni hablan la misma lengua, porque en la mezquita les están dando las lecciones en inglés”. Las mezquitas o las escuelas islámicas les aportan el valor homófilo de pertenencia a un grupo, pero al mismo tiempo, cuando se trata de escuelas rigoristas, los discursos disgregadores impiden la plena integración.

El problema de prohibir esos espacios y prédicas en las que se sienten arropados muchos musulmanes en Occidente, es que si se ven sin ese refugio hay un riesgo de que acudan a buscarlo a Internet y a las redes que tan bien están explotando los grupos yihadistas. El llamado ‘cibercalifato’ es esencial en el crecimiento del ‘extremismo doméstico’, caldo de cultivo para la radicalización yihadista.

Teniendo en cuenta las dificultades para encontrar soluciones, el documento de la Henry Jackson Society critica que la agenda política británica haya dejado a un lado el problema de la financiación del extremismo y ni siquiera en los últimos tres años, habiéndose creado en 2015 la Estrategia Contra el Extremismo, el Parlamento haya puesto sobre la mesa medidas concretas ni propuestas para combatir el fomento del islamismo radical desde la educación.

En el informe del Think Tank tampoco se da ninguna propuesta concreta. “Me preocupa que este documento sea uno más, que quede en papel mojado”, afirma Gazapo, que cree que se deberían aplicar estrategias para dar más visibilidad y apoyo a los musulmanes moderados que se ven directamente perjudicados por el crecimiento de los discursos extremistas y por la desaparición de centros de culto moderados, dado que los radicales son los que reciben el apoyo extranjero para expandirse. 

La consecuencia más preocupante es que “al final no va a haber oposición, la mayoría va a tener un discurso religioso muy extremista porque a otras interpretaciones no se les deja espacio”, reflexiona el analista.

Con todo, la falta de soluciones obedece a la ausencia de voluntad política. La primera ministra británica, Theresa May, que visitó Arabia Saudí el pasado abril, ha insistido en que la relación histórica de Reino Unido con la casa saudí es importante para la seguridad y el comercio británico.

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